Desde
que el ser humano nace, depende de forma crítica de otros seres humanos para su
supervivencia, y para un correcto desarrollo físico e intelectual. Estos
vínculos, a su vez, le proporcionan una seguridad emocional y le ofrecen un apoyo y sustento (también
económico) hasta su maduración.
En
su etapa más infantil, el individuo depende en gran medida de sus padres o
tutores, principales modelos educativos, y
al llegar a la adolescencia necesita principalmente de sus amigos otros
grupos sociales para crear su identidad. Con la juventud, llega la explosión del
ser en todas sus facetas: a nivel físico, intelectual, emocional, sexual,
y donde, en función de las circunstancias, podrá extraer
en mayor o menor grado todo su potencial.
Si
estos vínculos han sido positivos, en su
madurez se verá provisto de recursos emocionales y psicológicos, que le
servirán de colchón para el resto de su vida.
Factores como una buena autoestima, un buen modelo educativo, familiar y
social, ofrecerán al individuo un poder inestimable para poder enfrentarse al
mundo que le rodea, crear un hogar, desempeñar un trabajo, u otras actividades
a la sociedad, etc. Aun así, como el ser humano es un ser social por excelencia,
necesitará del amor y afecto de sus
seres queridos, ya que cada uno de ellos le aportará un granito de arena a su
bienestar.
No
obstante, como en todo, es importante una justa medida, y desgraciadamente, la dependencia
emocional es un trastorno que ocupa entre el 7 y
10% de consultas al psicólogo. Así mismo, afecta a más mujeres. ¿Por qué se produce?
La
dependencia emocional tiene la base de cualquier adicción en general, ya que
sea al alcohol, a las drogas, a Internet, al sexo,…lógicamente, salvando las
distancias entre cada una de estas patologías.
La
dependencia emocional surge de la
necesidad de refuerzo por parte de una persona, grupo institución o actividad,
y la aprobación de ella para su autoestima y su felicidad. Puede ser de un
padre o una madre o de la pareja, por ejemplo. Esa persona siempre necesita de otros factores externos que le están
dando su seguridad, y no es feliz sin ellos.
Por
otro lado, el estado de ánimo del
dependiente es voluble y tiende a la ansiedad, ya que depende del trato de
esa persona o la buena relación, así como la buena opinión de ella para sentirse bien. Por tanto, prefiere,
ponerse en segundo lugar, anteponiendo los deseos y opiniones de ésta a los
suyos. Predomina el temor, la
inseguridad en su relación, por miedo a perderla, y no es capaz de disfrutarla
y le invadan sentimientos de culpa, siente que es responsable de la felicidad
del otro.
Así
mismo, es probable que se obsesione en esa relación, y aunque le haga daño no
sea capaz de dejarla, y tienda a
aislarse socialmente, no sea capaz de dejar esa relación por miedo a sentirse
solo y puede caer fácilmente en los chantajes emocionales.
Otro
aspecto a considerar, puede ser la dificultad que puede tener la persona
dependiente para vivir el duelo o la poca tolerancia al dolor, además de la
dificultad para manejar conflictos o solucionar problemas, con lo que ello está
reflejando una inmadurez emocional.
Según
Erich Fromm, existen dos tipos de relaciones,
dependientes o de integridad:
Las
dependientes, se basan en la idealización de la imagen propia o de la contraparte, y
surgen por el temor del individuo a la soledad, impulsándolo a someter o someterse a alguien. Estas relaciones no
permiten evolucionar al individuo y extraer su potencial, y nunca producen una
verdadera sensación de unión.
Foto extraída de la-ampliadora.blogspot.com
Las
relaciones íntegras, no obstante, requieren ver a los otros tal y como son, y no se
conservan por miedo, sino que permiten al otro
desarrollar sus facetas y su individualidad.
Así
pues, es importante para aquellas personas que se hayan sentido descritas, en
construir relaciones positivas, y detecten aquellas cosas que le perjudican y que
han hecho por amor o por cariño.
Deben
mirar principalmente por su bienestar, reforzar su autoestima, reforzando sus aspectos positivos y poseer
valores propios.
Para
finalizar, recordar que es importante aprender a estar solos, y no ver esa
soledad con negatividad, sino una oportunidad para conocerse y amarse sí mismo,
descubriendo sus habilidades, nuevas personas, países, culturas,…en fin…
disfrutando del resto de facetas tan importantes de la vida que no había visto
antes y ampliando los puntos de mira…
Sobre
todo, cuidarse y mimarse, desde el cuerpo, haciendo ejercicio físico, hasta la
mente, cultivándose, leyendo, creando nuevos proyectos y teniendo nuevas
ilusiones, eso atraerá a personas positivas en nuestra vida…
Recomendamos
leer sobre la filosofía del
desprendimiento, por Walter Riso, que anima a vivir las relaciones sanas
sin indiferencia afectiva, pero sin el sentimiento de posesión o sentirte
definido por el otro…
A continuación, aportamos un enlace en el que se entrevista al autor y ofrece técnicas e ideas para enfrentarse al apego emocional o dependencia.